Matilde Landa Vaz


Badajoz 24/6/1904- Palma de Mallorca 26/09/1942

Matilde Landa Vaz nació en Badajoz a principio del siglo XX en el seno de una familia acomodada, librepensadora  y progresista.

Desde pequeña, aprendió la importancia de la cultura y de la educación laica, pues tanto su padre Rubén Landa Coronado- político republicano y krausista- como sus hermanos, Rubén -catedrático de filosofía, pedagogo, amigo de Antonio Machado-, Aida y Jacinta – cofundadora de la Escuela Internacional y más tarde de la Escuela Plurilingüe, maestra y musicóloga- estaban fuertemente vinculados con las nuevas pedagogías educativas y el laicismo.

En la década de los 20 se instala en la Residencia de Señoritas para estudiar Ciencias Naturales en la Universidad. Se casa con Francisco López Ganivet, periodista, intelectual autodidacta y militante del Partido Comunista, con quien tiene a su hija Carmen. Empieza su vida laboral en 1932 como funcionaria del Cuerpo de Oficiales Femeninos de Prisiones, creado por Victoria Kent. Más tarde, trabaja en el Instituto Cajal como colaboradora.

En los primeros meses de 1936 inicia su actividad política afiliándose al Partido Comunista. Desde el inicio de la guerra su compromiso es inmenso: labores sanitarias en el Hospital Obrero de Maudes (Madrid), reorganización del Socorro Rojo Internacional (Valencia), colaboración en la evacuación infantil y auxilio a refugiados en “La Desbandá” (Málaga), estancia en el Cuartel General de las Brigadas Internacionales (Albacete), y otras tareas asistenciales en Extremadura, Aragón y Córdoba. En 1938, en Barcelona, se ocupa de la sección de Información de la Subsecretaría de Propaganda del Ministerio de Estado, organizando conferencias en diferentes ciudades que le otorgarán gran popularidad en el territorio republicano.

A lo largo de la guerra se separa amistosamente de su marido y envía a su hija Carmen a la Unión Soviética. Más tarde, Carmen se reunirá en México con sus tíos Rubén y Jacinta allí exiliados.

En enero del 39 viaja desde Barcelona a Madrid para reorganizar el PCE por encargo de su buró politico, que en marzo parte al exilio. El 4 de abril del 39 es detenida por su actividad clandestina y permanece aislada e incomunicada hasta su ingreso en la prisión de Ventas en septiembre. Allí su labor es intensa: organiza la “Oficina de Penadas” para ayudar y asesorar a las mujeres presas en la presentación de recursos que eviten la pena de muerte. Se convierte en referente de solidaridad y resistencia, ganándose la admiración y el cariño de las presas. El 7 de diciembre es condenada a pena de muerte, aunque seis meses más tarde y por mediación de amistades de la familia bien posicionadas en el momento, la pena es conmutada por 30 años de prisión.

A principios de agosto del 40 es trasladada al penal Can Sales en Palma de Mallorca. Allí, durante dos años, el obispo de Mallorca Miralles Sbert, las mujeres de Acción Católica y las monjas carceleras presionaron a Matilde con castigos y aislamientos con el fin de bautizarla, pero no consiguieron su objetivo. Finalmente, la amenazaron con reducir la ración de leche a los hijos de las presas. Con esta amenaza se tambalea su decisión y empieza su sufrimiento.

En la tarde del 26 de septiembre de 1942 como último acto político de la dirigente comunista para frustrarle al régimen la propaganda de su tan buscada claudicación, Matilde decide lanzarse al vacío poco tiempo antes de ser bautizada. En los 40 minutos que dura su agonía, con su voluntad anulada, es bautizada “in articulo mortis”, para regocijo de la Iglesia.